
Hoy hemos amanecido todavía sin creernos la suerte que hemos tenido de pillar esta casa. Cuesta lo mismo o incluso menos que un hotel medianito de la isla y mola cien veces mas. Comenzando por la cama balinesa de 4 pilares con mosquitera


El complejo se compone de 6 unidades (casas, mas o menos). Una de ellas es un SPA y la otra es la recepción/oficina/restaurante. Ambas sin paredes, solo tienen columnas y techo de madera. El resto son 4 cabañas de huespedes. La nuestra se trata de una cabaña de techo en punta, mitad paja mitad vigas vistas de madera.

Tiene una zona de lavabo y el retrete y la ducha están fuera, al aire libre, en una especie de patio privado con jardín y empedrado Zen.
Lo que te permite cagar viendo las estrellas o ducharte mirando las plantas preciosas del jardin. Muy original, interesante y de momento agradable.

Afuera tenemos otra cama balinesa con una colchoneta para tirarnos en el porche de la casa a basicamente a no hacer nada.

Un poco más allá tenemos la pergola de masajes por si queremos darnos uno. Si seguimos por la derecha a menos de 5 metros tenemos el jacuzzi y la piscina desbordante con vistas a las terrazas de arroz y al mar.

Si aun no has cerrado el ordenador pensando que menudos cabrones, os contaré que la casa viene con un cocinero, dos masajistas, un conductor de furgoneta para llevarte donde quieras, scooter por si prefieres llevar moto e ir mas libre... y todo esto para compartir entre las 4 casas. Nosotros estamos teniendo suerte, ya que nuestros vecinos son familias con niños pequeños que se pasan el día en la piscina y nos dejan el resto de servicios disponibles para nosotros.

Hoy hemos pillado la moto después de desayunar para dar una vuelta por los alrededores.

Ya nos ha advertido la chica que fueramos con cuidado porque es epoca de lluvias. Joder, nada más salir a los 10 minutos una tromba de agua nos ha hecho parar, dejar la moto y meternos en un bar a tomar unas cervecitas (cervezotas, mas bien) y esperar a que escampara.
Me recordaba a la pelicula de Forrest Gump cuando estaba en el vietnam y contaba que la lluvia caia tambien por de lado y desde abajo.
Aqui pasa igual, y aunque lleves un chubasquero, te calas hasta los calzoncillos.
Asi hemos pasado las primeras horas con la moto, viendo a otros como peleaban contra viento y lluvia a lomos de sus vespinos mientras nosotros dabamos cuenta de unas mahous locales de 630 mililitros. (Porque de ese tamaño? Porque si. No tiene ninguna logica quue hagan botellas de esa capacidad).


Pasado un buen rato escampó y pudimos salir a ver el embarcadero y vimos a los peques del pueblo echando sus cañas a ver si pescaban algo. El que nos pescó a nosotros fue un vendedor de colgantes, un charlatán profesional al que compramos un par de colgantes a precio desorbitado respecto a los precios de aqui, pero que nos cayó bien y con el que estuvimos hablando un buen rato.
Pagamos 5 euros por colgante, pero aquí debe ser mucho, porque el tipo en cuanto terminó de vendernos cogió su moto y se fue a casa. De todos modos, nos cayó bien y los colgantes son chulos. En la foto se puede ver su cara de felicidad al cerrar el trato.
Cogimos de nuevo la moto y estuvimos con ella circulando por las calles de lovina y del pueblo vecino, Buleleng.

Visitamos un templo (por fuera), un embarcadero sobre el que habían montado 4 cabañas - restaurantes muy chulos, y pasamos por el primer campo de arroz que veíamos en Bali (son muy tipicas de Bali las terrazas de los campos de arroz). Pasamos también por el medio de un mercado en el que los tenderos y clientes se tenían que pelear con las motos y coches por un hueco para pasar por la calle sin ser arrollado.

Allí nos metimos como si fueramos locales, y salimos lo antes que pudimos sin ningún percance.

Por el camino vimos miles de motos de todo tipo y gente transportando cualquier cosa, desde guitarras o listones de madera hasta cestas repletas de mangos, tubos de desague, andamios de bambú, botellas y chalecos de submarinismo, miles de lechugas sujetas entre el cuerpo del conductor y el manillar hasta las rodillas... indescriptible.
Con la sensación de trabajo bien hecho, para ser el primer día, dimos media vuelta y a casa.
Mañana más.
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