lunes, 31 de diciembre de 2012

Ubud. Capital de las compras.

Buenos días, hoy nos levantamos para ir a la ciudad de Ubud, centro neuralgico del comercio Balines, donde se puede adquirir todo lo que conocemos como típico de Bali: muebles, tallas en piedra, ropa, joyas... 

Pero antes de salir, con el sol de la mañana tempranera he querido hacer unas fotillos a la cabeza del buda que tenemos en nuestro jardín y que con esta luz está preciosa. Igual me llevo una para nuestro jardín de Londres, aunque no creo que a Myriam le haga mucha gracia. 

Antes de llegar a Ubud hay que subir una montaña de un antiguo volcan y luego bajarla, y aun así todavía queda camino desde Lovina. Pero antes de llegar, girando a la izquierda unos cuantos kilometros se llega a los campos de arroz más impresionantes que hemos visto nunca Jatiluwih. 

Son montes y montes ordenados en terrazas donde plantan el arroz en campos inundados que dejan pasar el agua entre ellos poco a poco de forma que siempre quede una cantidad en ellos pero el agua esté circulando. Es curioso porque cada terraza pertenece a alguien distinto y se coordinan para que el agua llegue a todos en la cantidad necesaria dentro de la fase de crecimiento en la que esté. 


Ademas tienen un solo buey para cada aldea o incluso uno para compartir entre distintas aldeas y se lo prestan para que are los campos de cada uno de ellos. Esto exige una coordinación y una solidaridad impresionantes y admirables. Nosotros hemos comprado arroz rojo, que no habíamos visto nunca y que sirve hasta para hacer te de arroz. Es curioso porque lo hemos comprado en una pequeña cabañita al pie de las terrazas y se ve que no tienen muchos turistas porque se han estado preguntando entre ellos cuanto nos debían cobrar. 

Aun asi ha sido superbarato y nos hemos quedado todos contentos. 



Despues de las terrazas, pasamos por una carretera infernal, llena de agujeros en el suelo y rios de agua de lluvia que caían por los bordes de la carretera en medio de la selva. La carretera era estrecha, que casi no cabía ni un coche pero que milagrosamente cuando venía otro de frente pasabamos los dos casi con los ojos cerrados sin querer ni verlo. 

Así hemos atravesado un par de kilometros en los que hemos tardado facil media hora, hasta llegar al templo de Batucaru. Es el templo mas sagrado de bali y por eso hasta los hombres tienen que cubrirse y llevar un saroong (no es una falda). Es el motivo por el que aparezco como una geisha vestido en el templo y encima con un paraguas de flores que era el unico que había. En fin, era eso o mojarme.



 Lo que es mas gracioso es el listado de prohibiciones extra que hay para la entrada en el templo (no las he escrito yo, pero entiendo que los balinenes hayan puesto alguna de ellas, jejejeje):



  • No pueden entrar las mujeres con el periodo (normal, están insoportables). 
  • No pueden entrar las mujeres embarazadas (claro, están de antojos y no puede ser)
  • No pueden entrar los niños a los que no les haya salido el primer diente o que no se les haya caido el primer diente (esto es mas raro, pero vamos que no quieren niños en el templo que estén llorando y fastidiando).
  • y por ultimo no pueden entrar los pecadores de la pradera en pecado mortal. Esto nos engloba a casi todos, pero si no hicieran la vista gorda no tendrían visitas, así que aquí estamos haciéndonos unas fotillos dentro. 



Hoy hemos coincidido con una celebración. No hemos sabido muy bien de qué, pero tenía pinta de ser por la muerte de alguien según nos ha dicho el conductor. Lo hemos podido comprobar un rato después cuando hemos visto la enorme pira funeraria en llamas y todo el pueblo con sus mejores trajes llendo a darle la enhorabuena a los familiares. 

Si, eso es. Aqui no se da el pesame. Se da la enhorabuena porque tu familiar ha ido a una vida mejor, y además debes estar alegre. 




En función del dinero que tenga la familia se construye una torre de madera y se quema en un templo del pueblo.luego se llevan las cenizas a la playa y se echan al mar junto con otras ofrendas. Despues se va a los tempos donde se realizan nuevas piras funerarias y se reza por el difunto. Y un dato un poco mas gore, si el finado no tiene pasta, se le entierra y cuando la familia haya podido reunir dinero, se le desentierra y se le quema. En fin, supongo que es cultural, pero a mi me da un poco de yuyu. 

Obviamente no hice fotos de esto porque me pareció que no era oportuno pararnos a disparar con la camara en un momento así, pero realmente me hubiera gustado por lo impresionante del evento. 

 Y por fin llegamos a Ubud, ciudad de las compras por excelencia de Bali. Ubud es una ciudad  compuesta de varios barrios, cada uno especializado en una arte. Tallado de piedra, muebles de madera, pinturas, plata y joyas... Vas pasando por las calles y cada artesano en sus casas, en el patio de la entrada exponen sus creaciones, desde cabezas de buda en piedra, fuentes, templetes, mesas y sillas de madera, miles de cuadros, ropa.... menos mal que llegamos cuando el mercado ya estaba cerrado y casi no pude comprar nada en las tiendas de fuera, pero esta ciudad es para venir con calma y amueblar tu casa entera. Dan ganas hasta de comprarse una casa con jardin para poder poner alguna de las estatuas de piedra o los muebles de terreza en teka. 


Con el tiempo que habíamos dedicado a los campos de arroz y al templo de Batucaru nos dieron las 4 y comimos en un restaurante al borde de unos campos de arroz. Yo pedí un pescado de origen desconocido a la parrilla sobre hoja de banana con sopa parecida a la miso, verduras variadas y salsas para el pescado.(siempre usan las mismas: soja dulce, chili y ajo o chalota frito en salsa con algo). 



Lo mejor del restaurante en cualquier caso, la Harley Davidson de la entrada. Llevo ya aqui unos dias y lo cierto es que la comida indonesia me está defraudando un poco. Quizás es porque la comparo con la malaya y sale en clara desventaja, pero bueno, tambien hay cosas muy ricas.               




Al terminar fuimos caminando por las calles de Ubud, que aunque está totalmente enfocada al turismo, aún conserva alguna de las tradiciones en sus casas. Por ejemplo la del cartel en la puerta indicando el numero de habitantes hombres, el número de habitantes mujeres y el total (que aunque redundante, abre las puertas a posibles incorporaciones de censos sobre sexos no definidos en principio).



Así caminando llegamos al palacio de Ubud, que es donde hacen el espectáculo de danzas balinesas para todos los turistas. Un exito rotundo porque convocaron a mas de 200 que nos apretujabamos para conseguir un hueco en las primeras filas y poder ver el sensual baile de las balinesas, torciendo sus cabezas y manos de forma sobre humana y girando los ojos a velocidades vertiginosas de uno a otro lado. A cada movimiento lento le correspondía un movimiento brusco y una pausa con giro de ojos. Si no fuera porque sé que dentro del traje hay una balinesa, pensaría que son extraterrestres o autómatas, porque la perfección, precisión y exactitud de los movimientos es milimétrica. 


A estas bailarinas les acompañaba una especie de orquesta de instrumentos raros. Vamos que no conocía ninguno. Se llama gamelán y mas o menos repite una melodía casi hipnótica que se repite mientras las chicas bailan. Tan hipnotizante que casi entramos en estado de trance. (De los de roncar, me refiero). Myriam daba espeluznantes cabezadas en primera fila y eso que realmente nos gustó, pero aguantamos los 7 actos a duras penas.


Así nos metimos en la furgoneta y dejamos que nos llevaran dormiditos como dos troncos hasta casa. Llegamos a las milquinientas, por eso no he escrito antes (Sorry). 
Por cierto, es extraño que aun no hayamos publicado nada del buceo, pero es que aun no hemos buceado porque estamos costipados. Es una putada gigante y esperamos recuperarnos pronto. 


Al que le va a costar más recuperarse es al conductor, que tras dos días tosiendole y estornudandole en la nuca, hoy despues de pegarse un palizón de vuelta desde ubud (3 horitas de noche y por carretera serpenteante), ha empezado a estornudar y le hemos dejado con carita de enfermo... pobrecito. Le hemos jodido la nochevieja. 

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