Aquí en Bali el día comienza muy temprano, y sobre las 4 de la mañana, todavía de noche, en el mercado la actividad es frenética. Los campesinos y agricultores negocian con los tenderos la compra de las mercancías que posteriormente se van a vender. Los pescadores y ganaderos también llevan los animales para su venta.
Lamentablemente, por lo temprano del evento y supongo que por la privacidad que debe conllevar esta negociación, nosotros no hemos ido a las 4 de la mañana, pero a las 6 ya estábamos en pie y a las 7 recorriendo las callejuelas embarradas dentro y alrededor de una gran estructura de cemento y pasillos estrechos interminables, donde se alternan los vendedores de peces enteros o por piezas en cestas de hoja de palma, con los de aves, frutas exoticas, verduras parecidas a las nuestras pero en distinto formato y tubérculos de todo tipo.
También había muchos vendiendo Tofu con semillas de soja en bloque, muy típico de aquí que se llama Tempé y está delicioso frito en finas rodajas y con salsa de cacahuete picante.
También se toma en una especie de ensalada templada junto con espinacas de agua y judías verdes ligeramente cocidas y brotes de soja, a la que se incorpora la salsa de cacahuete y el tempé frito. Se llama Gado-Gado y es uno de los platos estrella de indonesia y que por supuesto están incluidos en el curso de cocina de por la tarde.
Huevos, mezclas de especias preparadas ya para hacer rendang, ayam, goreng... ajos, chalotas, turmeric (curcuma) en fresco y en polvo, jengibre Un paraíso para cualquier cocinillas.
Sólo estuvimos el tiempo suficiente para hacer las compras necesarias para el menú de la clase de por la tarde, pero conocimos muchas cosas nuevas para nosotros.
Por ejemplo unos pequeños paquetitos en forma de dátil que hacen con la propia hoja de palma y en la que envuelven una especie de melaza de la propia palma con cacahuetes. Según nos comentó se utiliza para los postres en sustitución del cacao, para hacer black rice pudding.
Nosotros abrimos uno y después de comerlo compramos un kilo. Esto triunfaría en Europa seguro. Es como una barrita energética, pero más de toda la vida y por supuesto más sana.
Por cierto, hablando de arroces, nunca había visto tantas variedades de arroz como las que veis en la foto. Rojo, negro, blanco de mil tipos, amarillo. Cada uno tiene una aplicación. Hay uno que es especial para hacer té, otro es el idóneo para hacer vinagres de arroz o licor que aquí se llama Arak, el negro es especial para hacer puddings, el blanco de tipo palo lo utilizan para hacer postres tipo arroz con leche pero con leche de coco...
También pasamos por la sección de ropa, cuchillos de todo tipo, joyas, flores, ornamentos e inciensos para ofrendas...un mundo donde te puedes perder todo el tiempo que quieras. Nosotros terminamos las compras con nueces de macadamia a precio ridículo (1kg por menos de 3 euros), cardamomo para mi madre (que espero que te valga porque aquí es otra variedad), y clavo, superaromático y típico de esta isla, en la que encuentras arboles de clavo por cualquier parte que vayas.
Es curioso porque el clavo se hace con el fruto nada más nacer, por lo que hay que estar atentos a recogerlo. Si se pasa, el fruto engorda y se convierte en una especie de dátil de color rojizo que ya no vale para nada (según los expertos). Después de recogerlo se tiene que secar, para convertirse en el trocito de palo aromático que es el clavo. Yo recogí un brote hace unos días en la visita a la plantación y lleva secándose 3 días. Ya empieza a tomar forma y oler, pero le quedan casi 2 semanas para terminar de estar listo.
Después del paseo por el mercado, y para no salirnos de la rutina, volvimos a coger nuestra motillo para visitar uno de los puntos que nos quedaban pendientes y que no habíamos podido disfrutar bien. El sunset point (punto estrategico para las vistas de la puesta del sol) de singaraja. Es simplemente una carretera en la que se han colocado unas mesas y sillas y unos puestos ambulantes de comida y bebida.
Nosotros decidimos arriesgarnos y aunque dicen que no es bueno tomar agua ni zumos ni fruta en los puestos de la calle, nos dio por jugárnosla y hasta ahora no nos ha dado nunca mal resultado. Nos pedimos dos batidos de una fruta rara parecida a la chirimoya pero mucho más grande. Los batidos los hacen con hielo, la fruta y algo parecido a leche condensada.
Estaba riquísimo.
Y mientras disfrutábamos de nuestro batido, empezó a llegar gente elegante en coches y camionetas y a bajarse frente a nosotros. En menos de un minuto tenían ocupado un carril de la carretera, habían extendido una manta, se habían sentado unos 15 de ellos y estaban comenzando los rezos de una ofrenda para esparcir las cenizas de un difunto en el mar junto a la carretera. En el otro extremo un grupo de músicos (gamelan) tocaban sus instrumentos raros mientras todos “disfrutaban” de la ceremonia.
Digo disfrutaban porque en su religión la muerte solo es el paso a una vida mejor, y debe ser signo de alegría. Y en efecto, por la actitud que tenían, parecía más una fiesta que un entierro.
Cuando terminaron los rezos, un señor mayor y otro joven se metieron en el agua con un montón de ofrendas y llenaron de cosas el mar. No es que el mar estuviera muy limpio cuando echaron toda la porquería, pero aquella escena me recordaba a las películas con los muertos y las ofrendas echadas al Ganges y me dejó una sensación de incertidumbre.
Qué es mejor, respetar las tradiciones y permitir que las playas y mares estén llenos de mierda (lease flores, ofrendas, bolsas, botellas y demás mierda que arrojan con cualquier pretexto festivo), o racionalizar las tradiciones para que no se convierta en un estercolero tanto el mar como los templos, en los que también arrojan basura de ceremonias detrás del muro del templo como quien mete las pelusas debajo de la alfombra.
De vuelta a casa hemos comenzado nuestro curso de cocina. Tengo que decir que mis primeras impresiones sobre la cocina balinesa no fueron muy buenas, pero era más debido a mi desconocimiento que a la realidad.
Estoy empezando a descubrir algo de su cocina y en verdad es tan apasionante como la cocina de otros países asiáticos. No todo es picante en la cocina balinesa, sino que utilizan múltiples especias para obtener diversas combinaciones de sabores.
Para todo utilizan una especie de mortero pero en forma de plato de piedra porosa volcánica y un mazo con el que en lugar de triturar, picar y mezclar las especias mediante golpes, se realiza mediante la fricción del mango con la piedra en movimientos circulares.
Así hacen el rendang (una mezcla de semilla de cilantro, chili, pimiento rojo, chalotas, ajos, sal, pimienta, jengibre y azúcar de palma) para el plato estrella “beef rendang” que después de macerar la carne en esta mezcla y sofreírla ligeramente, la cuecen con leche de coco y está de rechupete.
También preparamos un pescado (mahi mahi) algo parecido entre atun y emperador, con otra mezcla de especias incluyendo pasta de gambas y curcuma, que incorporamos sobre hojas de banana y se lleva al grill para terminar su cocción dentro de la propia hoja.
Por ultimo terminamos con unos crepes llamados Dadar Ulung, rellenos de piña, coco rayado y melaza de palma. Fáciles de hacer, incluso con niños (lo digo para los cursos de Aurora), y que te dan mucho juego para hacer combinaciones con otros ingredientes o para hacer distintas decoraciones.
Después del curso de cocina, nos hemos echado unas risas con el cocinero y las ayudantes, hablando de los pinchos de carne de perro que ofrecen en algunos puestos de comida, y la supuesta virilidad extra que producen al que los come. Igual nos han dado perro por liebre en alguno, pero no nos hemos enterado. La foto con ellos resume el buen rollo que se respira aquí en Puri Mangga, donde a cada rato se oyen risas y la gente es más happy que en cualquier otro sitio que haya visto nunca.
Con estas vistas desde la casa, con la isla de Java al fondo, terminamos nuestro viaje a Bali, y en este caso, mas que en ningún otro, es un hasta la vista, porque seguro que aquí volveremos para seguir conociendo su cultura, esta gente maravillosa y este país alucinante lleno de cosas bellas por descubrir.
Ciao.